¿REALMENTE CREES QUE COMES SANO?

Todo lo que uno crea firmemente que se asocia con una dieta sana tarde o temprano se lo lleva el viento de la última investigación científica. Es lo que concluye Michael Pollan, profesor de la Universidad de California en un artículo que publicó el New York Times el pasado 28 de enero (2007). ¿Entre sus recomendaciones? ¡Cocine!

Al comentar, entre otros, los trabajos científicos más recientes, algunos de ellos financiados por el gobierno de los EE.UU, Pollan presenta resonantes casos sobre “verdades” que resultaron falsas. De esta manera, por ejemplo, hasta hace pocos meses se suponía que una dieta baja en grasas se asociaba con menores riesgos de enfermedades coronarias. Acaba de demostrarse que la suposición es falsa: no hay relación alguna. También se creía que esta misma dieta protegía contra el cáncer de mama. Tampoco es correcto. Otro ejemplo: Hasta hace un año se afirmaba que el consumo de fibras prevenía el cáncer de colon. No es cierto. Para confundir aún más al público, dos estudios recientes presentaron conclusiones diametralmente opuestas respecto de las supuestas ventajas de consumir Omega-3 (ácidos grasos que se encuentran en los pescados): mientras uno afirmaba que “no se sabe a ciencia cierta cuánto se necesita consumir de Omega-3 para mejorar la salud de un individuo”, el otro afirmaba que “comiendo algunas porciones de pescado por semana podría reducirse el riesgo de un ataque cardíaco en un tercio”. Retrocediendo algunos años, después que el gobierno de los EE.UU, apoyado por la Academia Nacional de Medicina, recomendó en 1977 y 1982, respectivamente, ingerir menos grasas saturadas, los americanos bajaron la proporción de grasas en sus comidas y aumentaron la proporción de carbohidratos (no estaban contraindicadas). ¿Resultado? Terminaron más obesos. Cuando Atkins, con su dieta, alertó sobre la incidencia de los carbohidratos en la obesidad, fue ridiculizado. Años más tarde tuvieron que darle la razón.

“Lo único que sabemos es que los que se alimentan como los norteamericanos tienen mayor incidencia de cáncer, enfermedades coronarias, diabetes y obesidad que los que siguen otra dieta”, afirma Pollan, Lamentablemente, la respuesta que dieron los nutricionistas a este problema fue aislar algunos nutrientes como las grasas, el azúcar, la sal, y recomendar a las personas y a la industria a limitarlos. Pero lo sorprendente es que después de décadas de seguir estos consejos, los resultados fueron justamente los opuestos: salvo las enfermedades coronarias y el cáncer, que declinaron gracias a los mejores tratamientos terapéuticos, la incidencia de la obesidad y la diabetes se disparó.

La solución, según Pollan, no debe buscarse en los contradictorios y cuestionados estudios científicos sobre cada nutriente, sino en la combinación y relación que tienen los distintos nutrientes entre sí dentro de los alimentos, en su estado lo más natural posible. En vez de dejarnos guiar por nutricionistas, científicos, periodistas y la publicidad de la propia industria, deberíamos volver a las fuentes y comer como comían nuestros bisabuelos. Y para eso da algunos consejos:

No coma nada que su bisabuela no hubiese reconocido como comida. Existe una cantidad enorme de productos que le resultarían irreconocibles como por ejemplo, barras de cereales, crema no láctea, leche con fitoesteroles y Omega-3, etc.

Evite comer productos que declaran mejorar su salud. Son productos altamente industrializados cuyos alegatos son dudosos la mayoría de las veces. No olvidarse de la margarina, uno de los primeros productos industrializados que se reputaba como más saludable que lo que venía a sustituir, ahora resulta que induce ataques cardíacos.

Evite alimentos que contengan ingredientes que (a) no le resulten familiares, (b) sean impronunciables, (c) que sean numerosos, por ejemplo, más de cinco. Ninguno de estos puede hacerle mal, pero todos juntos indican claramente que nos encontramos frente a alimentos altamente industrializados.

4º Evite los supermercados siempre que le sea posible y concurra a lugares donde le vendan productos frescos y en su punto justo de maduración.

Pague más y coma menos. En lo posible, compre productos cultivados en huertas u orgánicos: esto le permitirá reducir su exposición a los pesticidas. Se demostró repetidas veces que restringir la ingesta de calorías demora el envejecimiento y es la mejor prevención contra el cáncer. Haga como los habitantes de Okinawa (Japón), uno de los más longevos de la tierra: coma sólo hasta estar 80 % satisfecho.

Coma básicamente plantas, especialmente de hojas. Los científicos pueden no estar de acuerdo respecto de qué es lo que en ellas hace bien: ¿los antioxidantes? ¿la fibra? ¿Omega-3? En lo que sí concuerdan es que mal no hacen y que una dieta basada en plantas (excepto semillas) implica de hecho consumir menos calorías.

Coma como los franceses…o los japoneses…o los italianos…o los griegos: Dejando de lado esta confusión de alternativas, está demostrado que las personas que se alimentan siguiendo sus propias culturas son generalmente más saludables que los norteamericanos.

¡Cocine! Y si puede, mantenga su propia huerta. Es la mejor forma de escaparle a la cultura de la comida rápida y a los valores que representa: la baratura y la comodidad o bien, la idea que el alimento es un combustible y no una comunión compartida. La cultura de la cocina, tal como está incorporada en las tradiciones culinarias, tiene más para enseñarnos en materia de dieta y salud que cualquier artículo de nutrición.

Sea un omnívoro. Intente sumar nuevas especies a su alimentación, no sólo nuevas comidas. Cuanto mayor sea la diversidad de especies que comamos, tanto mayor será la probabilidad de cubrir todas nuestras necesidades nutricionales.

Artículos relacionados

Cuando comen los líderes mundiales

Cuando se reúnen los líderes de los principales países, las comidas suelen ser de antología. Un encuentro reciente en Japón fue un buen ejemplo de ello.Cuando se reúnen los líderes de los principales países, las comidas suelen ser de antología. Un encuentro reciente en Japón fue un buen ejemplo de ello.Cuando se reúnen los líderes de los principales países, las comidas suelen ser de antología. Un encuentro reciente en Japón fue un buen ejemplo de ello.